
Hola, te invito a tomar el evangelio de la encarnación en tus manos (Lc 2, 1-14) y asombrarte y disfrutar con todo lo que se puede vivir desde una sola lectura de la buena noticia. Y te invito a hacerlo durante estos tres días, ayudado de tres pequeñas meditaciones que comparto contigo
1Sucedió en aquellos días que salió un decreto del emperador Augusto, ordenando que se empadronase todo el Imperio. 2Este primer empadronamiento se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. 3Y todos iban a empadronarse, cada cual a su ciudad.
4También José, por ser de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, 5para empadronarse con su esposa María, que estaba encinta. 6Y sucedió que, mientras estaban allí, le llegó a ella el tiempo del parto 7y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada.
8En aquella misma región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño. 9De repente un ángel del Señor se les presentó; la gloria del Señor los envolvió de claridad, y se llenaron de gran temor. 10El ángel les dijo: «No temáis, os anuncio una buena noticia que será de gran alegría para todo el pueblo: 11hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. 12Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». 13De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios diciendo: 14«Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad».
15Y sucedió que, cuando los ángeles se marcharon al cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vayamos, pues, a Belén, y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha comunicado». 16Fueron corriendo y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. 17Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño. 18Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. 19María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. 20Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.
Y aquí te dejo las meditaciones para cada día sobre este misterio que es la encarnación porque hemos interiorizado solo una parte del relato de la navidad, pero hay mucho más si nos detenemos un poco y lo contemplamos con calma.
Si llegas a este post a «destiempo» toma la meditación que, en cada momento, te sirva mejor.
Día 7. No tenían sitio en la posada
Esta falta de sitio a veces se ha interpretado como un rechazo, pero realmente tiene más sentido que lo fuera porque Belén estaba llena de gente por el censo y, además, no habría intimidad para el nacimiento.
La posada o el aposento, sería un albergue público, como los de hoy día, donde todo el mundo dormía en una sala común, no en habitaciones individuales.
En esta situación, la solución proviene de adaptar una de las muchas grutas-corral de la zona, anexa al albergue o cedida por algún familiar o allegado, que tendría acceso externo independiente.
La cueva, por su parte, no sería una sola cavidad sino un sistema de grutas con espacios que se podían intercomunicar y, como probablemente hacía calor, mantenía una temperatura agradable constante.
No solo pasarían la Noche Buena, sino que también se quedarían por otros 40 días más pues la Sagrada Familia cumplió con la purificación impuesta por la Ley Mosaica. Por lo que vivieron en una gruta durante, al menos, más de un mes.
Imaginemos a María y José “adecentando” aquel lugar concebido para protección de los animales. De una cueva, surgió un hogar; de una roca cóncava, una cuna; de unos probables animales, el calor necesario. La Salvación es creativa.
¿Qué nos inspira esto?
Vemos a toda una familia adaptándose a las circunstancias; actuando en función de lo que va aconteciendo (A cada día le bastará su afán dirá luego el Señor); con paz y silencio; percibiendo, en todo ello, la mano enigmática de Dios. Viviendo ya una bienaventuranza de Dios en la noche de las noches.
Imagina qué cambio de expectativas. Tras un viaje desde Nazareth de varios días y casi 200 kilómetros, el lugar del nacimiento de El Salvador será una gruta y no un Palacio, ni siquiera una casa engalanada ¡Un nacimiento del Salvador inconcebible en su desarrollo! Para este evento no hubo alfombras rojas, ni focos; sino unos pastores y un cielo estrellado. Una espectáculo sin igual con un público no selecto, pero sí escogido.
Esto es la pobreza evangélica que es riqueza de Dios (Dios como único lote de la herencia); la perfecta alegría que diría San Francisco de Asís más de un milenio después.
De algún modo, esta imagen también anticipa las palabras con las que, más tarde, Santa Teresa de Jesús trataría de centrarnos una vez más: “Solo Dios basta”.
La Sagrada Familia nos da una lección sobre cómo vivir en el ahora; cómo caminar solamente con lo necesario; poniendo todo en manos de Dios y atentos – y a tientas – a los signos, unas veces muy evidentes, otras veces menos claros.
Pero también nos permite sentirnos identificados ¿Acaso la vida no es pura adaptación? ¿No es cierto que por más que planifiquemos la vida nos descoloca? ¿Con qué espíritu afrontarlo? ¿No es mejor caminar junto a Dios-con-nosotros que hacerlo en soledad? ¿No es maravilloso pensar que Dios nos da pistas – signos – sobre nuestro discurrir?
También nos habla de algo sutil. De cuántos portales de Belén existen en el mundo. Donde está esta pobreza del ego y riqueza del espíritu; donde existe esta paz y alegría que no cuadran con las expectativas mundanas; donde hay personas con esta disposición, existe un ser humano en el que no solamente habita Dios, sino que se hace portal para pasar a otro mundo, al mundo de Dios; cielo y tierra se comunican.
Día 6. Belén, la casa del pan
Belén ¿Sabes lo que significa Belén? Casa del Pan ¿No es impresionante también cómo Israel daba significado a todo? Lo hacía porque este Pueblo estaba inspirado para trascender todo, para elevarlo todo. Todo le recordaba a Dios y todo iba adquiriendo significado según su experiencia de Dios. Por eso los nombres de las cosas y los lugares son referencias a Dios, van llamando a las cosas según su historia de salvación.
¿Vives con esa mirada para trascender lo que te rodea? ¿Vas poniendo nombre a tus experiencias de Dios?
Cuando montes el portal de Belén o cuando pases por delante, maravíllate de un Dios que se nos ofrece como pan en cada eucaristía y a través de su Palabra en los Evangelios. Él quiere seguir viniendo a ti en cada comunión y en cada Palabra.
Belén ya no es una simple ciudad, es el lugar que Dios eligió para darse como pan a cada uno de nosotros. Quizá puedas meditar sobre dejarte alimentar por Él retomando mayor contacto con el Nuevo Testamento o tomando como propósito del próximo año, el redescubrir la Palabra y aprender a dejarte inspirar por ella.
¿Cómo conocer a Dios si no lo contemplamos desde la Palabra? No te conformes con tener una «idea limitada de Dios» deja que sea Él quien te asombre más allá de referencias indirectas e inercias espirituales.
Acudamos a la Palabra asiduamente para que ella nos alimente en nuestras situaciones cotidianas. Cuanto más se ora la Palabra, más brotan las palabras en el día a día que lo iluminan para gestionar la complejidad vital. No importa la desubicación inicial, la torpeza se tornará experiencia poco a poco.
Día 5. La mayor palabra de Dios es un niño que no puede hablar
La navidad es un bebé. La mayor Palabra de Dios es un niño que no puede hablar.
¿Tienes miedo de lo que Dios pueda plantear? Fíjate en el niño ¿Se puede tener miedo de un bebé?
Por otra parte, si el Mesías tenía que venir ¿Ahora habría que esperar a que se hiciera mayor para «tener una palabra suya»?
El Evangelio tampoco hace hablar a José y María. Ellos se limitan a mostrar al niño.
Las palabras llegarán más tarde, es la hora de los gestos y de la contemplación en silencio.
Efectivamente, no hacía falta esperar a que creciera para comunicar tantas cosas. Basta con mirarle y dejar que las palabras de la Palabra que se habían pronunciado tantas veces fueran adquiriendo sentido.
Te invito a tomar esta disposición de estar en silencio contemplativo. No importa si parece que no pasa nada, eso es todo lo que tiene que pasar. Es Dios-con-nosotros y lo esencial es estar con él; las palabras brotarán a su debido tiempo.
Día 4. Dios se revela en la vigilia
Recuerda cómo en el Adviento la Iglesia nos llamaba a la vigilancia, a estar en vela, alertas. ¿Quiénes son los primeros destinatarios de la Buena Noticia en el Lucas? Los pastores ¿Todos? No, solo los que están al raso y haciendo turno de vela.
Estar al raso nos recuerda esa disposición plena, limpia, total de María. Al raso implica que nada se interpone entre el pastor y el cielo (donde habita Dios). Cuando estamos vigilantes y abiertos, se nos abre el Cielo y desciende la Gracia; como estamos más libres, podemos ser más receptores de la novedad de Dios. Cada cual la suya, según su situación existencial; su estado emocional, intelectual y fortaleza.
Puedes orar con esto ¿Cómo está tu disposición? ¿Cómo estar más al raso interna o externamente? Crea tus condiciones personales o externas para estar con atención ¿Las cosas de la navidad te están quitando la natividad? Revisa, supervisa, vigila ¿Qué palabras estarán brotando si te sitúas en vigilancia?
Día 3. Dios ilumina la noche.

Así es, Dios llega en la noche del hombre. Puede que te sientas en un momento de especial dificultad. Mira al cielo, mira al portal. Puede que no te sientas en una especial desolación personal, pero siempre tenemos “puntos ciegos”; esas zonas que no vemos cuando circulamos; esas partes de nosotros que están sin iluminar y reconfigurar aún porque ni siquiera tenemos la apertura a verlas. Son nuestras oscuridades, tan oscuras que ni siquiera las reconocemos aunque estén ahí…
Pero, si lo anterior es una mirada hacia adentro, también podemos mirar hacia afuera y sentir la interpelación de mirar hacia tantas situaciones en el mundo ¿Acaso no es una noche permanente para muchas personas? ¿No hay oscuridad en los reos de las cárceles que no siempre podrán desplegar proyectos personales? ¿No hay oscuridad en las personas que están en las cunetas de la humanidad por situaciones de hambre, enfermedad, abandono? ¿No hay oscuridad en las personas que padecen la maldad de otros? En medio de todo ello, también hay una Palabra de Dios, pero qué difícil se nos haría entender el reino de Dios en esas condiciones ¿verdad? Puede ser un buen ejercicio intentar contemplar en qué consiste realmente esta llegada del dios-con-nosotros en condiciones de desasimiento personal tan grande.
Hoy puedes hacer un ejercicio sencillo de contemplación ¿Cómo vivirías tu fe si estuvieras en una situación de gran limitación? ¿De dónde nacería tu alegría y tu esperanza? ¿En qué consistirían?
Por otra parte, la oscuridad aparece también como una oportunidad. Así como en la luz diurna podemos manejarnos con soltura para la mayor parte de las cosas, también es cierto que el exceso de luz ciega y no permite ver algunas porque todo parece tener una misma iluminación. En cambio, en la noche, cuando se apagan las luces y todo es silencio, solo permanecen visibles las que tienen más fuerza y podemos guiarnos por el cielo; podemos ver «luces más concretas», las estrellas que nos tienen que guiar. Las oscuridades también pueden llegar a ser fuentes de Gracia si sabemos mirar bien y aprovecharlas.
Día 2. La navidad es dinamismo.

La narración de la navidad es puro movimiento y quietud; María y José, primero, los pastores, después; los sabios de oriente, posteriormente. Un cuadro en movimiento, pero también con esa calma que brota e irradia el portal de Belén, que rápidamente será interrumpida de nuevo por una huida a Egipto, poco tiempo después.
¿No te parece la vida misma? ¿No te recuerda a tu realidad de algún modo? La vida no deja de ser una sucesión cambiante de acontecimientos ante los que hay que situarse y reaccionar. El Evangelio muestra ser una carta de navegación totalmente actual y efectiva para nuestros pasos de hoy.
De algún modo, en palabras actuales, la familia de Nazareth “sale de su zona de confort”. Su único apoyo será Dios mismo. Los evangelios del nacimiento nos están llamando a ser contemplativos en la acción.
Cuando nos apoyamos solamente en nuestras fortalezas personales y seguridades materiales, estas nos ocultan a Dios; y si las perdemos, además, nos descolocamos, no entendemos, nos sentimos como perdidos. La Navidad nos invita a aprender la paradoja de que la verdadera fortaleza se encuentra en vivir en la debilidad. La Navidad nos invita a considerar normal estar desasidos de nuestras fortalezas habituales para poner nuestra confianza únicamente en quien nos salva.
María y José están a la escucha porque solo llevan lo que pueden meter en sus alforjas. En medio de las circunstancias cambiantes, se saben sostenidos por El Señor en sus incertidumbres. Él va delante, siempre lo ha ido. Ellos lo sabían y nos lo cuentan para que también nosotros lo sepamos.
Para vivir, quizá debamos llevar solo lo que cabe en unas alforjas y prescindir del resto. Ser pobres en el espíritu porque sabemos qué es lo único necesario, lo demás vendrá por añadidura.
Y, en todo ello, vivir en el dinamismo vital de Dios que nos llevará de una cosa a la otra en un camino que, en todo caso, siempre vendrá con sus desafíos.
La espiritualidad que emana del evangelio siempre ha sido sabia en esto porque siempre nos habla del sano desapego a las cosas para que no solo no ocupen el lugar que corresponde a Dios en nuestro corazón, sino para que no nos hagamos esclavos de ídolos que no nos pueden salvar. Esta actitud requiere discernimiento porque cada cosa y cada caso es único y personal; lo que vale para uno puede ser inválido para otro, una vez discernido.
¿Te ves en esta libertad de espíritu? ¿Qué cosas te generan ansiedad si no las puedes tener o vivir?
Día 1. La navidad no es bucólica.

Solemos quedarnos en el final del relato y, quizá, hemos maquillado algunos momentos previos. Y es que, si te fijas, la llegada del Salvador no discurre como un cuento de hadas, aunque acabe bien.
Lo bueno de que no lo sea es que nos podemos identificar mejor con lo que acontece en el relato. Y lo que acontece es mucho más de lo que se ve a simple vista.
La natividad sucede en el signo de sus tiempos y de los tiempos. En aquellos el pueblo de Israel vivía bajo el dominio del Imperio romano. Por si fuera poco, César Augusto se presentaba a sí mismo como una divinidad lo que para el pueblo de Israel era toda una pérdida de identidad, una imposición un cambio de valores intolerable. En este contexto, la familia de Nazareth, por decreto, se ve obligada a desplazarse y a hacerlo con María embarazada. No hay opción a retrasarlo. Y en estas circunstancias de desplazamiento tendrá que dar a luz.
¿Qué nos puede decir esto? Pues que la navidad sucede en medio de nuestras circunstancias. Si te das cuenta, para llegar al nacimiento, primero tuvieron que andar por ciertos caminos incómodos; abandonar su hogar y sus seguridades personales; tomar decisiones según avanzaban.
También nos dice que la vida y El Señor nos-des-co-lo-can. María parece no entender del todo, pero rápidamente acepta y, aun así, luego necesitará guardar las cosas en su corazón; José no entiende lo que pasa con María, pero permite que brote una palabra de Dios con su afán por ser manso, pues era justo (que significa, más bien, ser dócil a la voluntad del Señor). Ambos iniciarán un camino que seguramente no habrían esperado como lógico para la llegada del Salvador desde tanto tiempo antes anunciada.
El Evangelio nos interpela haciéndonos tomar conciencia de que hay muy pocas cosas que están bajo nuestro control directo. Que, más que vivir orientados en la estabilidad absoluta y sus seguridades materiales o personales, la realidad se impone y requiere enfocarnos en integrar su dinamismo e imprevisibilidad, en los que muchas veces no podemos controlar lo que sucede y es una oportunidad, invitación y necesidad ponernos en manos de Dios.
Es como si estuvieran al límite nada más empezar. ¡Qué desconcierto! Al tiempo de consolación, parece sucederse un tiempo de desolación. Pero, te diré algo que a veces se nos pasa; tanto en la consolación, como en la desolación, el Señor siempre nos está salvando, esa es la clave. Siempre estamos en sus manos y siempre podemos y debemos hacerlo.
Hay muchos contextos sociales, mundiales y personales que no son nada bucólicos, pero la Navidad también debe acontecer en ellos ¿Cómo es posible en medio de tanta desolación? A esa pregunta solo puede responder Dios desde lo hondo del corazón. Y llega porque no está fuera de nosotros, en lo accesorio; no es la falsa o efímera alegría; no son los apoyos ilusorios; es Dios que viene, que se hace cercano, nos consuela, nos sostiene, nos guía; que tiene una palabra nueva que renueva todas nuestras cosas.
¿Con qué confianza gestionaban semejante incertidumbre? Quizá estés pasando por un tiempo en el que sientes o ves que nada es estable; que las cosas se tambalean; que hay oscuridad… que no es fácil vivir… es una oportunidad para cambiar el enfoque, para apoyarse más, para hablar más a fondo con Él… para disponerse a un consuelo distinto…
Muy bueno!!!!